Para 2050, las Naciones Unidas
prevén un aumento de la población en las ciudades de hasta el 74% en Europa,
por lo que la próxima década ha sido denominada por la ONU como la Década de la
Acción: diez años para cambiar nuestro mundo antes de que se produzca un
empeoramiento irreparable de los ya críticos problemas relacionados con los
impactos que los centros urbanos tienen sobre el medio ambiente (desde el
consumo insostenible de recursos hasta el aumento de la producción de residuos
o la emisión de contaminantes). Este cambio es necesario para evitar un
empeoramiento catastrófico de la situación actual, pero no será posible a menos
que las ciudades adopten nuevas políticas y prioridades.
En la ciudad metropolitana de
Bolonia un ejemplo concreto de estas nuevas políticas y prioridades son las
directrices estratégicas para la transformación de las ciudades inspiradas en
la asociación de la Agenda Urbana Europea. La validez de la asociación apoyada
por Bolonia para el uso sostenible del suelo y las NBS, que comenzó en junio de
2017, con el objetivo de identificar las acciones pertinentes para reducir la
expansión urbana y el consumo de suelo, por un lado, y, por otro, integrar la
introducción de la naturaleza, y las características y procesos naturales, en
las ciudades, ha recibido ahora un reconocimiento explícito a nivel
internacional gracias a la publicación de la DG de Políticas Regionales y
Urbanas de la Comisión Europea "The Green
City Dimension. Making use of circular procurement and specific targets and
indicators".
El artículo reconoce que es
prioritario para Bolonia crear las condiciones para que su territorio sea cada
vez más saludable y resiliente, donde se reduzcan los riesgos para las personas
y el medio ambiente, donde se proteja la biodiversidad y se mejore la función
ecosistémica de la infraestructura verde y, en general, la calidad del
territorio y el bienestar de los ciudadanos.
Para ello, se ha propuesto un
conjunto de indicadores comunes que tienen en cuenta el reverdecimiento urbano,
los procesos de renaturalización y el sellado/desellado del suelo, y que proporcionan
un marco común para evaluar el impacto medioambiental de la ordenación del
territorio.
En este marco, las actividades
del proyecto VEG-GAP en su ciudad piloto de Bolonia se alinearán con la
estrategia de mitigación y adaptación al cambio climático de toda el área
metropolitana, proporcionando con sus escenarios de vegetación datos de fondo
útiles sobre los efectos de estos procesos.
En particular, dentro de su
nueva Agenda
Metropolitana para el Desarrollo Sostenible 2.0, un documento que pretende la plena
integración con todas las herramientas de planificación y programación de la
Ciudad Metropolitana de Bolonia, la posible contribución del proyecto VEG-GAP
ya ha sido reconocida explícitamente en la definición de un marco cognitivo
sobre la dotación de sistemas verdes.
La ambición es que esta
combinación de acciones para un uso sostenible del suelo y la promoción de
herramientas y metodologías para un estudio innovador de las zonas verdes
urbanas pueda también contribuir activamente al cumplimiento en el área
metropolitana de los límites de PM 10 y partículas finas (PM 2,5) de 10 μg/mc
para 2025, tal y como se indica en su Agenda 2.0 en el objetivo 11.6
"Calidad del aire".